Cenicienta había perdido a toda su familia, su madre y su
padre, y ahora vivía con tres brujas que se hacían llamar su familia; Maryse,
su madrastra y sus dos hijas, Maia e Isabelle.
Desde la muerte de
su padre, el dinero había estado desapareciendo, por lo tanto, tuvieron que
despedir a la servidumbre y pusieron a Cenicienta a limpiar.
Un día llegó una
carta directo desde el palacio. La carta decía que esa misma noche había una
fiesta para encontrarle esposa al príncipe. Cenicienta estaba ansiosa de ir, no
porque quisiera casarse con el príncipe, sino porque era su, por así decirlo,
primer baile. Pero no tenía un vestido. Así que trató de hacerse uno… y le
salió horrible. Se había quedado sin opciones, entonces fue a la casa de su
vecina para ver si tenía un vestido. Casualmente, lo tenía y después de que
Cenicienta le explicó para qué lo quería, se lo prestó.
Ni bien llegó a la
fiesta, el príncipe ya la había invitado a bailar. Mientras danzaban charlaban
sobre distintas cosas.
-¿Sabes que esta fiesta es para encontrarme esposa, verdad?-
le preguntó.
-Sí lo sé.
-¿Y qué te parecería casarte conmigo? Me gustas.
Cenicienta dejó de
bailar, paralizada. Durante un segundo, lo pensó; pero se dio cuenta que apenas
lo conocía. Además, ella quería ir a la universidad.
-No, no quiero. Esto fue un error- fue lo único que
respondió. Después se dio media vuelta y se fue.
Meses después,
Cenicienta ya se había anotado en la universidad, en la cual no le iba muy bien
considerando que, en vez de asistir a la secundaria, se había quedado limpiando.
Finalmente, la
echaron de la universidad y se enteró de que el príncipe se había casado con
Maryse. Cenicienta fue al castillo porque ella vivía con Maryse, pero en cambio
ella negó todo. El príncipe la reconoció, pero vengándose por lo del día del
baile, no dijo nada y Cenicienta terminó viviendo en la calle.
FIN.